Travel Stories: Colombia [NSR]

Discussion in 'Colombia' started by Pibe#10, Oct 7, 2006.

  1. Pibe#10

    Pibe#10 Member

    May 1, 2003
    ArmeniA
    Nat'l Team:
    Colombia
  2. hadexxx

    hadexxx Moderator
    Staff Member

    May 3, 2005
    Este thread va a ser muy interesante... historias es lo que sobra :eek: :rolleyes:
     
  3. Pibe#10

    Pibe#10 Member

    May 1, 2003
    ArmeniA
    Nat'l Team:
    Colombia
    buenas y malas, pongalas aca.
     
  4. sidspaceman

    sidspaceman Moderator
    Staff Member

    Feb 20, 2002
    AMÉRICA DE CALI
    Club:
    America de Cali
    Nat'l Team:
    Colombia
    Not sure about that almost all the foreigners that I have meet here have fallen in love with Colombia. They all say that it is nowhere near as dangerous as they make it out to be.
     
  5. hadexxx

    hadexxx Moderator
    Staff Member

    May 3, 2005
    El pueblo más denso de Colombia
    Es una isla que no se parece a ninguna otra. Aquí no hay playas ni mojitos, ni tampoco espacio para una cancha de fútbol. Soho le propuso al escritor Martín Caparrós que viajara hasta el islote de Santa Cruz, en el caribe colombiano, para saber cómo pueden vivir 1.087 personas en menos de media manzana.
    Por: MARTÍN CAPARRÓS
    FOTOGRAFÍAS: MARTÍN CAPARRÓS © 2006
    En el Islote no vive ningún muerto. Solo vivos: el Islote es el único lugar del mundo donde no hay más que vivos. Desde que se hicieron hombres, los hombres y mujeres convivieron con sus muertos: metieron a sus muertos en cavernas, tinajas, cajas de madera, hoyos en la tierra y los guardaron dentro de su espacio. En el Islote no hay espacio: los vivos viven apiñados, los muertos viven fuera —en un cementerio chiquito muy atacado de maleza en otra isla. Dicen que cada vez que un islotero se muere lo ponen en su cajón, le rezan, lo encomiendan a la virgen del Carmen y, por fin, lo cargan en la lancha; entonces buena parte de sus vecinos lo acompaña hasta la isla de Tintipán, lo deja ahí, y se vuelve.

    El Islote de Santa Cruz es una isla del Caribe colombiano, archipiélago de San Bernardo, departamento de Bolívar. El Islote —así lo llaman todos— es la isla del Caribe que menos se parece a una isla del Caribe: allí donde el lugar común y la memoria piden palmas, playas de arena blanca, hamacas y mojitos, el Islote es un barrio pobre de cualquier ciudad apareciendo de pronto en el medio del mar más esmeralda.

    Mamá Elena tiene 74 años, cuatro dientes, una camisa vieja muy manchada y, seguramente, más plata que casi nadie en el Islote. Mamá Elena es la dueña del único restorán, una gran cocina y unas mesas de plástico junto al agua, donde prepara la mejor langosta que he comido —y patacones fritos en aceite de coco. Mamá Elena sonríe a menudo, para mostrar los dientes que le quedan. Sus abuelos llegaron desde Tolú, en el continente, hace quién sabe cuánto: setenta, cien años. Eran pescadores; al principio quisieron instalarse enfrente, en Tintipán —grande, bonita, forestada—, pero la plaga los corrió.

    —¿La plaga?

    —Sí, los moscos esos, los jejenes. Todas esas islas tienen plaga porque tienen ciénega. Nosotros no tenemos.

    Es el secreto del Islote: como al principio casi no existía, por no tener, tampoco tenía bichos. El Islote, al principio, era un pequeño arrecife coralífero de veinte por veinte: la nada entre las olas. Pero cuando aquellos pescadores vieron que era la única isla donde los animales no los atacaban, empezaron a usarlo como refugio. A mí, cuando me lo dijeron, me pareció exagerado que desdeñaran las bellas islas de los alrededores y se instalaran en este baldío solo por los jejenes: después entenderé.

    Primero pasaban una noche, dos, en medio de la pesca. De a poco, algunos se afincaron. Y fueron agrandando el arrecife: juntaban trozos de coral, caracol pala, restos varios, y le ganaban tierra al mar. El Islote es una obra del hombre —quizás por eso sea tan feo. O lindo a su manera: con la belleza de lo inesperado y diferente. Con la elegancia de oponerse a todos los clichés, todas las fotos.

    El Islote, ahora, tiene 5.600 metros cuadrados —media manzana— y, según el último censo, 1.087 habitantes: una densidad de 194.000 habitantes por kilómetro cuadrado. Colombia, por ejemplo, tiene 42; Bogotá 3.912. Por eso suelen decir que el Islote es el lugar más densamente poblado del mundo. No debe estar muy lejos.

    En el Islote no hay policía, no hay cura, no hay médicos ni notarios ni abogados. Y encima el mar, tan verde, tan azul.

    —¿Y no es mejor vivir en tierra firme?

    —No, mi hermano. Acá vivimos mucho mejor. Allá usté tiene que tener algún trabajo para ganarse su vida. Acá no, acá usté sale a pescar a la mañana y ya con eso vive. Si sabe bucear, acá siempre va a tener algo de qué vivir.

    El mito cuenta —como cuentan los mitos, con detalles diversos, contradicciones, coincidencias— que, hace ocho o diez años, una lancha cargada de cocaína se dio vuelta en el mar, cerca de aquí. Y que unos pescadores del Islote la avistaron, avisaron a todos los demás y salieron a buscarla. El mito cuenta que la recuperaron, que su legítimo dueño les pagó un rescate más que millonario, que los isloteros repartieron la plata entre todos: que algunos se la bebieron con tozudez y buena entraña, que otros aprovecharon para hacerse sus casas. El mito cuenta —como cuentan los mitos— que esa lancha fue fundamental en el destino del Islote: que fue entonces cuando el pueblo dejó de ser casillas de madera y palma, que fue entonces cuando se construyó la mayoría de las casas de material —algunas de dos pisos—, que fue entonces cuando se compraron muchas lanchas. Que fue un gran momento común, y que fue emotivo cómo todos compartieron el dinero que les trajo el mar. Y que, después, todos juraron olvidarlo.

    El médico es un problema: viene, se pasa diez días, se va otros diez, vuelve. Diez días son muchos para mil personas. También viene, de tanto en tanto, un odontólogo, pero no tiene ningún equipamiento: mira las bocas, rezonga, da consejos.

    Lo que el mito no cuenta es que esa lancha podría ser una metáfora mala de lo que pasó en muchos rincones de un país que, entonces, se llamaba Colombia.

    —A los ocho meses me voy pa Cartagena y ya me quedo hasta el día del parto. Acá con la vaina de que el médico está y no está, uno no sabe qué puede pasar.

    Dice Rosa, 16 años, seis meses de embarazo, sentada en la entrada de una casa amarilla. Rosa dice que este es solo el primero, que quiere tener por lo menos cuatro más. Julley, su amiga, le aconseja que se vaya antes, pero Rosa prefiere esperar hasta el último momento porque no quiere estar tanto tiempo lejos de su novio: Roberto tiene 17 y trabaja en el Hotel Punta Faro, en Tintipán. Últimamente el turismo —trabajar en los hoteles y restoranes de las islas vecinas— también es una opción, más suave que la pesca; si sigue así, el Islote va a pasar a ser el clásico barrio pobre cuyos habitantes se van todos los días a trabajar para los ricos del barrio de al lado.

    —Qué Roberto ni qué nada, Rosa, ese man es un flojo, ni siquiera te va ayudar con plata. Además, lo más importante es tu pelao, ¿sí o no?

    Dice Mirledis, una Angelina Jolie color caoba en mecedora de madera, mientras se pinta las uñas de los pies. Mirledis es la más chica y dice que es la más moderna:

    —Por eso a mí lo de tené pelaos no me gusta. Los pelaos joden mucho y ya despué uno no tiene tiempo pa más na. ¡Ni pa los hombres!? Las demás se ríen y dicen que lo que pasa es que Mirledis tiene muchos hombres. Ella estira sus piernas infinitas y se ríe, que no, que eso no es cierto, que ella no tiene ningún novio, solo su cantidad de enamorados.

    —¿La pesca es peligrosa?

    —No, a pulmón libre no hay ningún peligro, es mucho más fácil que con tanques. El tanque sí es peligroso, uno se mete muy abajo y de pronto se te acaba y no puedes salir. En cambio el pulmón te avisa, cuando se te va a acabar el aire el pulmón te lo dice, te da tiempo a escaparte.

    Los muchachos llevan años sentados en esta mesa en un rincón de la plaza, jugando al dominó. Ayer jugaban; ahora siguen jugando —y jugarán, parece. La ronda vale 200 pesos; a veces se distraen. Les pregunto a cuánto está el kilo de langosta y me dicen que 18 ó 20 mil y se enzarzan en una discusión sobre el crecimiento del animal: que si crece una cuarta cada vez que muda, que si entonces habría langostas de mil kilos, que la más grande fue una que sacó el Churo, que tenía cinco kilos. Cuando me voy, veinte minutos después, la discusión arrecia.

    —Y, a la una, dos de la tarde ya vuelves de la pesca y te vas a comentar lo que pasó con los amigos.

    —¿Cómo qué, por ejemplo?

    —Cosas de la pesca, comentamos. Digamos que arponeo una barracuda y la dejo ir con el arpón porque se enreda, entonces se me queda todo eso en el pensamiento y la comento con amigos, nos damos consejos, conversamos.

    La plaza —el único espacio vacío de la isla, el centro ineludible de la isla— es un rectángulo de cemento de diez metros por veinte con dos árboles que se llaman zaragozas, los troncos retorcidos. Es mediodía: en el medio de la plaza solo hay chicos de ocho o diez descalzos jugando a la pelota —porque hace un calor de mil quinientos perros— y chicas de ocho o diez descalzas barriendo el suelo con escobas caseras. En una esquina de la plaza está la discoteca del Bárbaro, el edificio privado más grande de la isla; al lado está la escuela, planta baja y dos pisos pintados de rosado y, delante, la virgen del Carmen. Después está la casa de María Candela, dos pisos, vidrios nuevos en las ventanas, tele chata de 25 en el salón, pintura blanca. Al fondo, en el lado corto, hay una casa verde pobre. Sobre el otro lado largo del rectángulo, tres casas de familia: verde, amarillo, amarillo —con sus toques de rosa y de celeste. Y, en el otro lado corto, la tienda de Eder, donde Eder tiene su mesa de jugar al dominó y ver pasar el tiempo. Diez metros más allá, las basuras y el mar, todo el Caribe.

    Hoy hay brisa fuerte, casi ningún pescador ha podido salir: algunos van a comer muy poco. Juan me dice que él salió igual y que se trajo dos kilos de caracol, que son 12.000 pesos, la platita para pasar el día. Todos dicen que la pesca ya no es como antes: que antes había langosta por todos lados, que ahora hay que salir cada vez más lejos y bajar cada vez más hondo, a veinte, veinticinco metros, porque antes pescaban nada más los muchachos del pueblo, ochenta, cien, y ahora en cambio vienen de muchos lados y son como quinientos y así no hay mar que aguante. Y que ahora los buzos del Islote salen solos: que antes, cuando pescaban fácil, iban de a dos o tres o cuatro, pero que ahora ya no hay para repartir y cada cual la pelea por su cuenta. La escasez, decíamos, rompiendo aquellas redes.

    El Islote está de verdad en el medio del mar: ninguna casa a más de cincuenta metros de las olas. El Islote es realmente una isla del Caribe.

    Los chicos de diez años ya salen a pescar, ganan su plata, se hacen, de alguna forma, independientes de sus padres. Pero se quedan en las casas de sus padres hasta que son adultos: en el Islote no hay lugar para instalar vivendas nuevas. En el Islote hay doce bachilleres, ningún profesional, un par de ricos: Mamá Elena, los dos mayoristas de pescado —que se lo compran a los pescadores y lo venden, con cincuenta por ciento de recargo, a los distribuidores de la costa.

    El Islote tiene noventa casas: noventa unidades familiares. Pero hay pocas familias y están todas mezcladas. Y tienen chicos, cantidades de chicos: de los 1.087 isloteros, 735 son chiquitos. Las parejas del Islote tienen un promedio de cinco hijos. Últimamente ha habido planes para "desconectar" mujeres, y cinco lo aceptaron, pero es muy duro convencerlas:

    —Ellas piensan que cuando se desconecten no las va a querer más nadie. Yo les digo que no tengan tantos pelaos, que se ocupen más bien de los que tienen; ellas me dicen que lo que pasa es que son muy tiradoras. No, tiradoras no; ustedes lo que son es parenderas, les digo yo. Las tiradoras tienen muchas vainas, preservativos, pastillas, muchas cosas.

    Faider Agresott es el Inspector de Policía del archipiélago San Bernardo —con base en el Islote. Faider no es policía sino empleado de la Alcaldía de Cartagena —pero si en la isla hubiera policía estaría bajo su mando. Había dos, pero ya no: hace unos años, decidió que no eran necesarios y que era mejor que sus habitaciones en los altos del Centro Educativo quedaran para los profesores.

    —Acá es muy tranquilo, no valía la pena tener dos policías. Es muy raro que haya robos, esas vainas. Acá nomás hay riñas: como buenos costeños les gusta mucho el guaro, el trago, y se meten en riñas entre ellos.

    Dice Faider, cuarentón, costeño, y dice que todos los días recorre las diez islas del archipiélago en la lancha que le donó un paisa rico y amador del Caribe, pero que ahora hace tiempo que no lo puede hacer porque la lancha está dañada y todavía no consiguió la plata para hacerla arreglar, pero por lo menos ya pudo llevarla a Cartagena.

    En el Islote no hay iglesia; solo una Cruz de Mayo, una imagen del Sagrado Corazón, otra de la Virgen del Carmen —que está, también, en casi todas las casas del pueblo.

    —Los pescadores necesitamos a la Virgen. Ella es la que nos cuida cuando salimos al mar. Quién sabe, si no fuera por ella…

    En el Islote no hay cura, por supuesto. Cuando alguien quiere casarse o bautizarse, tiene que anotarse en una lista y esperar a que se junten varios; entonces llaman a un cura que los consagra al mayoreo.

    Faider fue sargento de la Marina, pero ya lleva muchos años administrando islas. Faider se ocupa de muchas cosas —atiende el consultorio cuando no está el médico, dirime diferendos, presenta proyectos, persigue subvenciones, insiste para que los isloteros "no sean tan flojos y se busquen la vida". Y dice que está feliz, que aquí siente que puede hacer algo importante, mejorar la vida de una comunidad. Uno de sus proyectos más avanzados es construir noventa baños, uno por cada casa:

    —Hay que hacerlos para que esta gente haga sus necesidades como Dios manda, porque es muy feo para el turista que estén haciendo sus necesidades por ahí y, mostrándole sus pompis, ajá hombe, caramba.

    María Consuelo tiene 56 años, siete hijos. El mayor nació hace 36 y, durante los 15 siguientes, ella se dedicó a parir parejito.

    —Así pude salir rápido de esa obligación. Ya después a uno le queda tiempo pa otras cositas. Aunque a veces también uno se aburre. Uno cría los pelaos, después ellos crecen y se van y ajá, ya casi no queda na pa hacer. Lo bueno es que después vienen los nietos. Yo ya tengo ocho.

    Después pasa una mujer de falda negra con un balde de pintura blanca y una brocha; dice que va a pintar la Cruz de Mayo, al final de la plaza.

    —Esa se llama María Candela, le decimos así por la lengua que tiene. Esa le va diciendo las verdades en la cara a todo el mundo. Es viuda, pobrecita. Pero también se pega sus chapeteras, no se vaya a creer.

    María Candela es la organizadora de los grupos de limpieza: todas las nenas, armadas con escobas de palito, barren el pueblo un día a la semana. Y todos los nenes llenan los sacos de basura y los llevan al final de la isla, para seguir creciendo.

    —¡Mayo, mija, cómo estás! Ahora vienes por acá para echar una hablaíta.

    Le grita María Consuelo, pero María Candela le dice que no sea vaga, que más bien vaya a ayudarla con la pintura.

    —Sí, hombe, yo te ayudo. Si tampoco no tengo nada qué hacer.

    En el Islote, tan rodeado de agua que es muy difícil caminar sin verla, el agua es un problema. Cuando llueve, los vecinos la recogen en aljibes; cuando no, llega en barco cisterna desde Cartagena. A veces hay que pagarla, a veces no. La luz, en cambio, cuesta 2.000 pesos por día y por cabeza —por seis horas de corriente eléctrica. Todos los días, los de la Junta Vecinal recorren las noventa casas para recaudar la plata del gasoil; a veces consiguen lo necesario, a veces no. Los días que no, la luz se apaga antes.

    El equipo de fútbol de Islote nunca pudo jugar de local: no tiene cancha, lugar para una cancha. Juan Guillermo pesca langosta y es su entrenador: ahora me cuenta que cuando pueden van a tierra firme a jugar un partido o algún cuadrangular, pero que en general pueden, en junio y en diciembre porque en el equipo juegan unos sobrinos suyos que estudian en Cartagena y el papá tiene una lancha grande, pero solo se la presta si sus hijos van con ellos y ellos solo están para las vacaciones, en junio y en diciembre; que si no se la alquila y es demasiado caro. Es complicado. En cambio para entrenarse no hay problema: varias veces por semana cruzan hasta la isla de enfrente, donde sí hay espacio para patear un rato.

    —¿Y van en lancha?

    —No, casi nunca tenemos. Cada cual va con su canoa, su cayuquito, pues.

    Me imagino la Gran Flota de los Veinticinco Cayucos Futboleros cruzando triunfal el brazo de mar entre Islote y Tintipán: veinticinco remeros denodados braceando hacia el espacio.

    El Islote de Santa Cruz es pura diferencia, una isla tan aislada y tan distinta de cualquier otra isla, un mundo transplantado al mundo equivocado, un barrio donde no puede haber un barrio, suburbio sin ciudad, espacio sin espacio. Pero yo no podía creer que todo eso —esa densidad, esa fragilidad, ese aislamiento— fuera solo para evitar "la plaga". Hasta esta noche. Vuelvo al continente. Duermo en una cabaña sobre el golfo de Morrosquillo, un lugar maravilloso con la gente más atenta y sonriente. A la mañana, cuando me despierto, mis pies son una sola roncha. Arden, queman, joden —casi no puedo caminar. Recién ahora entiendo a aquellos negros fundadores: se escapaban de esto. Huían de la naturaleza. El Islote es una batalla más de la lucha del hombre por contener a la naturaleza. O sea: la cultura.
     
  6. Pibe#10

    Pibe#10 Member

    May 1, 2003
    ArmeniA
    Nat'l Team:
    Colombia
    bueno ese articulo
     
  7. Pibe#10

    Pibe#10 Member

    May 1, 2003
    ArmeniA
    Nat'l Team:
    Colombia
    Me mintieron sobre Medellín

    Dicen que hay que verlo para creerlo y después de viajar a la ciudad de Medellín, que tiene fama de ser una de las urbes más violentas del mundo, tengo que decirles que lo que nos contaron en las películas ‘Rosario Tijeras’ y ‘La Virgen de los Sicarios’ era pura ficción.

    Cuando volaba hacia la ciudad de la eterna primavera pensé que era mi último viaje y me arrepentía durante el vuelo de no haber llevado un chaleco antibalas y un revólver en la correa de mi pantalón. Es que en verdad tenía miedo que “me quiebren” como dirían los paisas. Pero no los necesité, porque me sentí más seguro que en Ibarra.

    Según me contaba uno de los tantos taxistas, por cierto amable, algo muy extraño en Ecuador, Medellín no es como le pintan. “Hombre hay zonas peligrosas como en toda ciudad, pero acá todo es bacán y la policía está por todas partes.


    Osea que fresco mi parce porque acá no le pasa nada”, me dijo.

    Y tenía razón, al contrario, me encontré con tanta gente solidaria que me parecía increíble, porque los ecuatorianos somos fríos y a veces ni siquiera respondemos a las preguntas que nos hacen los foráneos. En cambio allá, en la Colombia que de lejos infunde miedo, pero de cerca respeto, los “paisas” le dejan en la puerta del hotel y se ocupan que llegue sano y salvo a la habitación.

    Que diferentes somos a pesar de que estamos tan cerca y eso es lamentable, porque a pesar de todo lo que nos muestran las noticias de la televisión, Colombia tiene mucho que enseñarnos. Los colombianos están lejos de ser lo que nos dijeron las cadenas internacionales de noticias y los periódicos amarillistas.

    Ellos saben que tienen fuertes problemas, pero la vida es una fiesta y la viven a diario y se sienten orgullosos de su tierra. Sacan pecho por Juanes y por su presidente, Álvaro Uribe, porque también es “paisa”. Hablan con un amor envidiable de Botero y sienten una pasión única por Natalia Paris, porque la modelo mejor pagada de Colombia es de Medellín.

    Además, hablan con amor del metro y de las mujeres de Medellín, porque eso sí, “al cesar lo que del cesar” no hay mujeres feas. Eso es Medellín, una ciudad que asusta si no se la conoce, pero que impresiona cuando se está en sus calles limpias y llenas de árboles.

    http://www.lahora.com.ec/frontEnd/main.php?idSeccion=495515
     
  8. Siempreconlamecha

    Apr 4, 2005
    Lo mismo pasa si se queda en el norte de Bogota... O en el occidente de Cali. Pero salgase de estas areas y se ve la realidad de la mayoria que no es tan belleza. Medellin llega ser excepcion porque es la ciudad de papa Uribe y esta supremamente militarisada.
    Te digo que en Colombia se puede vivir muy rico si uno se olvida de los demas...
     
  9. efernandez9

    efernandez9 Member

    Jun 6, 1999
    Joe Pool Lake
    para vivir mas sano, voy a olvidar el ultimo comentario sobre militarismo y papa uribe.


    que ridiculez de tonteria:eek:
     
  10. hadexxx

    hadexxx Moderator
    Staff Member

    May 3, 2005
    Soy de palmira y cuando fui a medellin quede asombrado con el ejemplo de ciudad que es, si el comentario anterior debiera de borrarlo algun moderador.
     
  11. lfsr1544

    lfsr1544 Member

    May 9, 2001
    Glen Rock, NJ
    Club:
    America de Cali
    Nat'l Team:
    Colombia
    Naci en el Barrio El Prado ;)
     
  12. lfsr1544

    lfsr1544 Member

    May 9, 2001
    Glen Rock, NJ
    Club:
    America de Cali
    Nat'l Team:
    Colombia
  13. efernandez9

    efernandez9 Member

    Jun 6, 1999
    Joe Pool Lake
    que casualidad en Medellin y barranquilla existen barrios con el mismo nombre.
     
  14. lfsr1544

    lfsr1544 Member

    May 9, 2001
    Glen Rock, NJ
    Club:
    America de Cali
    Nat'l Team:
    Colombia
    EL PRADO = "SPRINGFIELD USA" :p
     
  15. Pibe#10

    Pibe#10 Member

    May 1, 2003
    ArmeniA
    Nat'l Team:
    Colombia
    yep, been there several times.
     
  16. efernandez9

    efernandez9 Member

    Jun 6, 1999
    Joe Pool Lake
    quien sabe de un taxista de confianza en el sur de medellin?

    tengo una familia de 12 viajando a fin de mes y solo tendran un carro para mobilizarse en medellin

    alguin que conosca un man de confianza y serio?!


    aviso social del dia.:rolleyes:
     
  17. Pibe#10

    Pibe#10 Member

    May 1, 2003
    ArmeniA
    Nat'l Team:
    Colombia
    va a meter 12 en un taxi? no mentiras viejo, solo por joder....:)

    yo conosco en Armenia, pero en Medallo nada.........

    oiga, y fue que vos montaste agencia de viajes o que?
     
  18. efernandez9

    efernandez9 Member

    Jun 6, 1999
    Joe Pool Lake
    no hermano, ya tienen un carro
    pero los viejos tienen otros planes que los pelaos, entonces quieren un chofer confianza para moverse a otras cosas

    que mancito tan raro......FELIZ NAVIDAD
     
  19. eric_appleby

    eric_appleby Member+

    Jun 11, 1999
    Down East
    Club:
    New England Revolution
    Nat'l Team:
    United States
    People in this country have no idea what Colombia is like.
    Last winter I spent 5 weeks in Medellin. I really enjoyed the city and also got to see some of the surrounding countryside. I'm going back soon, and this time I may buy an apartment.

    It's funny. When I mention in conversation with people that I've been to Medellin, they look at me like I'm insane.
     
  20. Pibe#10

    Pibe#10 Member

    May 1, 2003
    ArmeniA
    Nat'l Team:
    Colombia
    nice, I'm glad you like Medellin, a small part of Colombia.

    On my last trip to Bogota', I met a couple who came on the same plane with me, and they told me their son was marrying his Colombian gf who was from Cartagena, and that in turn, they had bought an apartment in Cartagena as well and were going to semi-retire there about half the year. The guy's father just loved it, he kept going on and on about the women on the beach, about how much he liked waking up, going out on the balcony, and seeing all the ladies running around in bikinis.......:)
     
  21. eric_appleby

    eric_appleby Member+

    Jun 11, 1999
    Down East
    Club:
    New England Revolution
    Nat'l Team:
    United States
    I recently returned from an extended stay in Colombia.

    There's a pueblo about 3 hours drive south of Medellin called Jardin.
    It's a fantastic place, with a fairytale landscape. Really clean air, coffee growing on the mountain slopes, and a cool little town. The word is it's got the most beautiful women in Antioquia.

    People hang out on the town square, drinking, dancing. People kept sending me shots and beers. I had to get out of there or I would have passed out on the street.

    if I ever live in that country, it would be in a place like that.
     
  22. Pibe#10

    Pibe#10 Member

    May 1, 2003
    ArmeniA
    Nat'l Team:
    Colombia
    that's awesome stuff, I really like the small town atmosphere that those places have, I usually go to a Salento, a small town in Quindío for new year's day, its the best........we stay there the entire day, the main square becomes the hang-out spot, with loud music at every corner, people drinking, others eating, kids running around....its just nice to be able to relax in that atmosphere.
     
  23. hadexxx

    hadexxx Moderator
    Staff Member

    May 3, 2005
    Que dicha!!!! Yo quiero hacer lo mismo, comprar un apartacho en cartagena y uno en medellin, Retirarme en menos de 1 anho. Y farriar con peladitas todos los dias (tengo 23... puedo escoger desde los 17 y hasta donde aguante :D ) el unico problema es que no tengo plata :mad:
     
  24. Pibe#10

    Pibe#10 Member

    May 1, 2003
    ArmeniA
    Nat'l Team:
    Colombia
    jajajaja, ese tambien es mi sueño hermano,
    tengo 23 años pero no tengo plata.....:eek:
     

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