¿Y cuáles son las principales equivocaciones y costumbres malas que tienen los periodistas deportivos, para ustedes? A los 19 años un estudiante de Comunicación Social y Periodismo estaba cubriendo la segunda final de un torneo de fútbol profesional de su carrera. El Deportivo Independiente Medellín enfrenta al Deportivo Pasto, buscando el título de campeón colombiano tras 45 años de derrotas. El año 2002 estaba en su último mes. El estudiante pasó el día en las concentraciones de ambos equipos. Entrevistó a jugadores y cuerpo técnico del Pasto, antes de hablar con sus similares del Medellín. Como está cansado de la rutina de las notas de respuestas llenas de lugares comunes, de los mismos jugadores que venía entrevistando durante el resto de temporada, ese día decidió hacer cosas distintas: mientras los periodistas radiales y televisivos se peleaban por hablar con Mauricio Molina, Tressor Moreno y los demás titulares del DIM, él hizo una entrevista simultánea con dos futbolistas que no iban a actuar: Agustín Julio y Agostinho. Posteriormente, tuvo un diálogo con el conductor del bus del Medellín, quien explicó el tipo de música predilecta de los jugadores, aspectos de la personalidad de los integrantes del equipo (quiénes son los más extrovertidos y los más callados, por ejemplo) y, antes de que iniciara el recorrido del hotel al estadio, habló con el jefe del tránsito de la ciudad sobre las medidas adoptadas para facilitar el trayecto. El estudiante se sentía temeroso de su futuro profesional. Veía a su lado a periodistas empíricos que hacían lo mismo que él sin necesidad de estar cinco años en la universidad: hablar y escribir son cualidades que, bien o mal, tienen la mayoría de seres humanos, era su pensamiento. “Si varios de ellos son buenos sin estudiar, con mayor lo seré yo”, se consolaba. Entró de forma gratuita al estadio, como es la costumbre cuando se va cubrir un evento deportivo, y esta circunstancia nunca incidió para parcializarse con un grupo u otro. Por eso cuando, dos años después, leyó el libro A la búsqueda de una ética en el periodismo, de Eugene Goodwin, no estuvo de acuerdo con las opiniones de varios comunicadores que señalaban que era necesario pagar por el suceso a cubrir para mantener la objetividad. Él joven no cree en la necesidad de buscar obsesivamente la objetividad. Un periodista con criterios en la fuente que cubre puede manejar una subjetividad argumentada. Justificar el punto de vista con referentes independientes al periodista no traduce a andar en contravía de la responsabilidad social que menciona Goodwin. Lo que le molestaba en ese 2002 era la actitud de varios de sus veteranos colegas, quienes ponían su percepción en boca de otros. Queriendo demostrar lo “muy objetivos” o “poco subjetivos” que eran, inducían al entrevistado a asentir a su opinión: “Buen rival ese Pasto, ¿no?”, “Sí, ha sido un partido muy difícil pero pudimos ganar gracias al trabajo de la semana”. En las notas televisivas, con pocas excepciones, se veía (y se ve) únicamente la afirmación del “entrevistado”, que se convierte en el “muñeco” que da validez al criterio del periodista. En las notas radiales quedaba (y queda) en evidencia que no hubo una entrevista sino una sesión de afirmación- reafirmación. En ese año, Medellín fue campeón y el estudiante debió resignarse a obtener alguna información importante (y, en varios casos, secreta) cuando era publicada en distintos medios por periodistas con mayor recorrido. Él sabía que no había hecho de forma mediocre su labor de reportería pero era difícil luchar con amiguismos de años entre directivos y periodistas, técnicos y periodistas, jugadores y periodistas. Llegó a saber de memoria qué periodista jamás criticaba a determinado técnico, sin importar los errores que éste cometiera, e intuyó que esa era la forma en que obtenían la información más rápido que los demás. Pero mantuvo su idea de que obtener la información correcta y adecuada podía implicar tiempo que llevaba a no ser el primero. Pero, ¿era más importante ser el primero o el que mejor tratamiento daba a la información? No dudó en pensar que su fortaleza consistía en ser el más profundo y no el primero. Otro aspecto que lo inquietaba era la cercanía éticamente válida respecto a las fuentes. En 2004, mientras leía a Goodwin, tomó la revista El Gráfico de octubre de 2003. El jugador argentino Maximilano Estévez declaraba: “...siempre es bueno hablar con los muchachos periodistas, para que te pongan buenas notas... Y lo digo en serio, porque hay algunos que juegan mal y nunca bajan de 6 puntos. En cambio, a otro quizá si anda bien le ponen 6 y, si no, un 3. Por eso, realmente creo que los puntajes tienen que ver con la relación que tenga el periodista con el jugador”. Goodwin citaba la opinión de varios periodistas que aseguraban que es incompatible la amistad con la crítica coherente. En conclusión, no se debe ser amigo de la fuente. El estudiante no comparte esa extremista idea. Él considera que un periodista sensato, y una persona sensata, puede criticar a sus amigos de igual forma que a quienes no lo son. Aunque ha conocido a periodistas que sesgan su opinión basados en los sentimientos, como también enuncia el futbolista Estévez, no acepta que sea un error universal. Finalizando su desacuerdo con los prejuicios y generalizaciones del texto de Goodwin cree que viajar y hospedarse en sitios distintos a los equipos en contienda es una medida extrema para evitar los juicios parcializados. Estar en una concentración al lado de jugadores permite tener conocimiento de los antecedentes del juego (lesiones, estados de ánimo...) para emitir un concepto no limitado al comportamiento dentro de un terreno de juego. Es reduccionista la postura de mantenerse al margen. Coincido con esa reflexión y las restantes, porque ese estudiante soy yo.
Diego, esto lo sacaste de algun periodico o revista? esto es la opinion de alguien? sabe que me gusta de esto, que el estudiante hayá sido lo suficientemente berraco para entrevistar, no a los titulares, si no a Julio y al otro jugador y al conductor del bus.... muchas veces se dice que a unos tecnicos los mantiene la prensa, a otros la rosca, pero my padre siempre ha dicho: que a los jugadores que mas bonbo les dan, no siempre es porque sean buenos, si no por amistad o porque compran al periodista. vos que piensas sobre eso?
es como lo que aplaude la television bogotana esta semana: el otro dia del partido de cortulua en el Campin, los jugadores antes de salir para el aeropuerto, salieron a saludar a todos los hinchas que hacian fila para embarcarse de regreso en BUS a sus ciudades, despues del partido. parece que ningun equipo de visitante hace eso con sus suifridos hinchas.
¡jajajaja! Ese estudiante soy yo. Al final lo digo. Siempre me gusta buscar el lado distinto. ¿Cómo va a sobresalir uno haciendo lo mismo que hacen los demás? No es rebeldía, es romper los esquemas lo que me gusta. Me faltó contar que hablé con el jefe del tránsito para ir narrando cómo era el recorrido hotel-estadio. Esa nota fue sugerencia de mi compañero Franck Piedrahíta, un experimentado periodista. Con Agustín y Agostinho hice lo que técnicamente se llama una conversación objetiva: el periodista (moderador del diálogo) pone las bases para el intercambbio de opiniones. Con ellos quise darle a los oyentes la visión de los que pudieron ser los protagonistas del acontecimiento (título del DIM, luego de 45 años) y comunicarlos qué pasaba por su mente al estar en el equipo campeón pero al margen del terreno de juego. Sobre lo que decís de la amistad periodista- jugador es cierto que se da pero no es una norma general. Sé de muchos periodistas que nunca critican a quienes son sus amigos y de otros que son "lambones" para obtener la información primero que los demás. Para mí, un buen periodista debe criticar con bases sólidas. Para muchos la función de la crítica es una atribución no fundamental para un periodista, pero es más que eso: es una de los parámetros de un buen guía de opinión. Algunos abusan y creen que hay que criticar a todos, ser el contradictor porque sí. Otros buscan el otro extremo: no critico a nadie porque mi periodismo es de construcción. Los dos están mal. Una crítica fundamentada es una fina manifestación de que tenemos criterio y no somos (o son) un didiota útil (al que el técnico busca porque sabe que habla bien de él.)
pregunta para diegolooooo: que opinion tienen los pichones de periodista acerca del gordo Mejia velez de caracol? (si es velez?)
¡no creo que sea Vélez, aunque sería muy gracioso que tuviera como segundo apellido el de su enemigo! Creo que te referís a Iván Mejía Álvarez. El mayor crítico de Carlos Antonio Vélez (o, Chucky, el muñeco diabólico, como le dice Mejía). me parece que es muy poco serio en las críticas y se contradice muchas veces. En Medellín hay un señor de su mismo estilo llamado Luciano González Sequea: dice públicamente que es hincha de Nacional y critica a Juan José Peláez por poner 7 o más negros en la formación titular, dice que los negrso no piensan y que 7 son muchos para un equipo de la categoría de Nacional.
Re: Mundial Usa 94 y 5-0 en Colombia. Algo que escribí y que, para mí, fue el resumen del papel del periodismo deportivo colombiano en 1993-94: ESCUCHO OPINIONES 1) Fase del problema: La primera etapa se comprende entre julio y agosto de 1993. Las opiniones sobre la fortaleza del equipo colombiano están divididas. La ausencia de René Higuita en las eliminatorias por encontrarse encarcelado dejaba dudas en la posición de arquero, que fue ocupada por el joven de 23 años, Óscar Córdoba. conducidos por los periodistas de cada ciudad, se dan disputas regionales: los antioqueños quieren a Tréllez y a Aristizábal, pero los costeños presionan el llamado de Valenciano, por citar sólo un caso. Argentina estaba ubicado en el mismo grupo y contaba con un invicto de 3 años, 33 partidos sin perder, y un título y un subtítulo en los últimos 2 campeonatos mundiales. 2) Fase de la propuesta: El inicio de la eliminatoria fue un empate como local ante Paraguay. Penal fallado por Asprilla, a quien la prensa criticó con fuerza. Después Colombia derrotó a Perú como visitante y a Argentina como local, empate en Asunción ante Paraguay y Barranquilla ante Perú. Finalmente, victoria 5-0 ante Argentina en Buenos Aires. En la falta de competencia se observa que los ciudadanos, en esta etapa de nuestra historia reciente, aparte de no poseer fundamentos teóricos para la crítica, no contaban con espacios para la discusión. La “bola de nieve”, que puso a Colombia como favorito a ganar el Mundial, opacaba los pensamientos minoritarios que indicaban que Colombia no tenía historia ni una mentalidad de hierro en sus jugadores y cuerpo técnico para resistir la presión de ser el gran favorito para suceder a Alemania en la cúspide del fútbol orbital. 3) Fase política: El análisis de los medios de comunicación colombianos luego del 5-0 no fue coherente con lo plasmado en el terreno de juego por el equipo nacional. En el diario El Colombiano otorgaron una calificación de diez puntos a todos los jugadores de nuestro país y no tuvieron como referente el hecho de que en otros partidos la actuación individual de los mismos futbolistas fue superior, aunque no se haya visto reflejada en el marcador final; significa esto que los cinco goles los hicieron sentir eximidos de cualquier otro análisis, lo que reduce al público a un receptor cuantitativo. Esta circunstancia indujo al ciudadano común a continuar preguntando luego de cada encuentro, ¿cómo quedó el partido? (número de goles de uno y otro equipo) y no cómo fue la actuación grupal e individual ni el verdadero nivel del rival. No se recordó que la etapa de preparación de Colombia se efectuó con adversarios débiles en su mayoría, a los que se vencía con relativa facilidad, y se limitó a decir que el único que pudo con nuestra selección fue Bolivia. Es aquí donde se pone en evidencia la falta de recursos en los medios pues no tuvieron en cuenta que varios de los adversarios fueron clubes (y no selecciones de países), en los que actuaban jugadores satélites del segundo y hasta del tercer equipo, lo que indicaba que no servían como parámetro que demostrar las deficiencias ni el potencial real de nuestro seleccionado. La susceptibilidad a la persuasión es notoria en este período, pues se manejó la emoción por encima de razón. El sentimiento patriótico sale a relucir en situaciones como la de un campeonato futbolístico de este tipo y los medios aprovecharon la “ceguera” parcial del público para vender la idea de que Colombia era el mejor equipo. El dominio de las élites fue claro cuando se publicaban declaraciones de personalidades futbolísticas mundiales en las que se daba a Colombia como el favorito para ser campeón de USA 94. Se le dio demasiada trascendencia a lo que decían personas reconocidas pero ajenas al fútbol como Gabriel García Márquez y el presidente César Gaviria. Los periodistas se acomodaron a los resultados obtenidos previamente por Colombia en las eliminatorias, sin medir el alcance de un protagonismo fundado en etapas diferentes a una competencia mundial. Ante los comunicados de prensa extranjeros en que se llamaba a la cordura a los colombianos, los periodistas de nuestro país rechazaron con calificativos irónicos a las versiones que calificaban a Colombia como agrandado. Es así, como las declaraciones de Maradona, Beckenbauer y de periodistas argentinos eran respondidas en artículos en los que se hablaban de envidias y de pensamientos incoherentes. 4) Fase programática: Las amenazas de muerte obligan a Maturana a excluir a “Barrabás” Gómez y sustituirlo por Herman “Carepa” Gaviria, para enfrentar a Suiza en un partido de trámite, pues Colombia estaba eliminado. Los objetivos propuestos por periodistas específicos como Alfredo Carreño Suárez, variaron dependiendo de los resultados. En el momento de euforia, en las eliminatorias y la etapa premundialista, indicó que el objetivo primordial del seleccionado era el título. Después de las dos derrotas en los dos primeros encuentros en el torneo orbital señaló que no hacer el ridículo era lo fundamental para nuestra selección. Los medios televisivos, luego de la primera derrota (contra Rumania), continuaban fortaleciendo el imaginario de que debíamos ser primeros del grupo (no bastaba con clasificar a la otra fase como uno de los mejores terceros) y mostraban cálculos que indicaban que sí era posible. 5) Fase de valoración: El Colombiano en marzo 14 de 1994 decía: “Pibe, grande” o “ El mejor de América” y tres meses después, el 13 de junio tituló: “Valderrama, un capitán que no supo mandar”. El país que elevó a los jugadores, ahora los ubica en lo más bajo. Valderrama es rechiflado en los estadios del país donde juega. La unión en torno a un equipo que “era” de todos, ahora retornó a la etapa inicial del regionalismo, con la aceptación sólo de jugadores de la ciudad o departamento de origen. Se da el asesinato de Andrés Escobar, que, según las investigaciones, no fue un hecho al margen del rendimiento en el Mundial y su autogol frente a Estados Unidos. Se crean distintas corrientes respecto a la culpabilidad de que el país haya pensado en que era el mejor del mundo sin jugar el campeonato.