This way I can always have this somewhere. Condecoración La Federación Médica Colombiana y el Colegio Médico de Bolívar que preside el doctor Roberto Ambrad Ghisays otorgaron la Gran Cruz de Esculapio al médico gineco-obstetra Álvaro Ramos Olier en ceremonia cumplida en el Club Unión. En la foto el homenajeado recibe la medalla de manos del presidente de la Federación, doctor Sergio Isaza Villa
EDGAR PARRA, Juan Mendoza Vega, presidente de la Academia Nacional de Medicina; el homenajeado Álvaro Ramos Olier y Dario Morón departieron durante la velada.
BENJAMÍN BLANCO, Sergio Isaza, Manuela Berrocal, Juan Mendoza y Roberto Ambrad acompañaron a Álvaro Ramos Olier en su merecido homenaje
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Académico perpetuo “Todos los pensamientos se elevan por encima del humano dolor”: Pablo Neruda En una casona solariega, en Turbaco, vivió sus últimos años, dialogando con su familia, revisando escritos, escuchando el canto musical de los pájaros y el murmullo sonoro de la brisa al pasar en medio de jardines y gigantescos árboles frutales. Álvaro Ramos Olier, el médico, el profesor, el maestro, el humanista y el amigo, enfrentó una batalla desigual contra la inexorable Átropos que le retó en estos años con dolencias sin cuento, en procura de acelerar el compromiso del hombre hacia el destino final. Batallador sereno y enérgico, sacó a relucir su recia condición humana que no se doblegó ante el designio de la Parca. Por el contrario, a pesar del cruel trasegar, siguió con fervor en su actividad intelectual que mitigaba su dolor, escribiendo poemas y canciones que versificaba de memoria, con voz fuerte, ante amigos y familiares. Ramos Olier, además de médico comprometido siempre con la ética y el ejercicio honesto de su profesión, dejó honda huella entre sus discípulos y colegas que siempre reconocieron la sabiduría del Maestro que compartía su conocimiento sin egoísmo. En su prolífico ejercicio profesional y como profesor recibió el homenaje de sus colegas y de las sociedades científicas, así como las más altas condecoraciones: la Cruz de Esculapio y el Escudo de Hipócrates del Tribunal de Ética Médica, uno de los últimos eventos al que pudo asistir en vida, en el recinto de la Academia, en la Plaza del Tejadillo. Álvaro Ramos, el académico, participaba íntegramente en las actividades de la Academia de Medicina, en la cual era una especie de guardián insomne, como su secretario por más de tres decenios. Esa meritoria labor le permitió alcanzar, por voluntad de sus pares de la Academia, el título de Secretario Perpetuo. El Profesor Ramos Olier escribió varios libros de su experiencia científica y docente en su especialidad, la ginecología y la obstetricia. Columnista de El Universal durante muchos años en la época del fundador, Domingo López Escauriaza. Fue militante del Partido Liberal, fiel a la filosofía y doctrina de Uribe Uribe y a los grandes ideólogos de la colectividad. En las sesiones de la Academia, su carácter y personalidad sin dobleces lo mostraban como el confidente y orientador apropiado para resolver entuertos y desaguisados a la usanza de un Quijote de la modernidad. En la Academia de Medicina se realizó un sentido homenaje póstumo el 5 de mayo, cenáculo donde será recordado perennemente por su trayectoria vital, por su condición humana, por su estilo, por la elocuencia al expresar sus opiniones en el momento oportuno, contribuyendo de esa manera al diálogo contemporizador y humano. La Academia quedó sin su Académico Perpetuo, ese caballero que en nueva cabalgadura encontrará otros escenarios para dejar su impronta de hidalgo andante y humanista. Paz en su tumba. A Carmen Ana y a sus hijos, resignación ante este evento difícil.